¿Qué sabes acerca del efecto delay?
Básicamente el efecto de retardo o delay está presente en cualquier estilo musical, sonido ambiente o cuando oímos a alguien hablar. Y esto es así, porque cualquier sonido que nos llega lleva algún retardo que lo acompaña.
Este artículo es algo más técnico que aquel con el que comencé mi serie para Bandzaai, pero leeréis que no tiene complejidad alguna. Vamos a ello.
Su aplicación específica en el mundo de la música es constante, ya que, desde su descubrimiento en la década de los años ‘30 con la llegada de la música concreta, se ha venido usando independientemente de los medios que se disponía.
Su funcionamiento se centra en almacenar una señal para más tarde repetirla bajo ciertos criterios. El concepto es tan sencillo como genial.
En sus inicios, cuando únicamente solo se disponía de cintas magnéticas, el compositor francés Pierre Schaeffer se las ingenió para que los sonidos se repitieran de forma controlada, inmediatamente después del audio original o unos segundos más tarde a un volumen decreciente. ¡Gracias por tu legado Pierre!
En 1970 el efecto ya estaba presente en todos los estudios de grabación con los delays analógicos, preferidos por el rock e indispensables para todas las grabaciones de artistas que se iban haciendo de forma profesional.
Gracias al luthier, pionero y excelente guitarrista Les Paul, que le dio cabida en sus en sus creaciones y productos, llegan a aparecer incluso amplificadores de guitarra de la competencia que traen el efecto.
Si Slash y Brain May adoran el delay, ¿tengo algún elogio más que añadirle yo ?
En 1980, con la llegada masiva de los proyectos de música electrónica, los delays digitales (fácilmente distinguibles por su habitual display) se encuentran ante un paisaje en el que encajan perfectamente con las baterías electrónicas, acompañan a cajas de ritmos, y se integran dentro de todos los circuitos impresos de los teclados.
A día de hoy, y una vez más, gracias al teléfono móvil, disponemos de todas las prestaciones que el delay ofrece con miles de aplicaciones que nos permiten probarlo. Da igual si lo quieres probar con Garageband para iOS o con Cubasis para Android, por ejemplo. Sabiendo también, que existe software específico (no dentro de una app o de otro programa) que de forma exclusiva se centra en el retardo y sus variables, sin atender a ningún otro concepto.
En la práctica, si no aplicamos ningún delay, su resultado es el sonido tal cual, pero si incluimos un control de retardos notaremos un rango que va desde una sutileza muy agradable, hasta un bucle infinito insoportable.
Por supuesto, nosotros decidimos qué hacer, pero añadiendo tan solo 10 milisegundos de retardo a un instrumento, notaremos que todo cambia dándole un color más orgánico.
El retardo trabaja de forma síncrona o asíncrona. Así explicado puede sonar complejo, pero es bien sencillo. O hace que el sonido se repita cada ciertos milisegundos, o se repite con el tempo de la canción.
Si trabajamos con sincronía, el tiempo de retardo se marca en semicorcheas y elegiremos cuantas de ellas por compás queremos que se repitan.
Si trabajamos sin sincronía, simplemente tendremos que ajustar el tiempo de los retardos en milisegundos.
En ambos casos, el delay puede retroalimentarse de la señal generada a su propia salida, volviendo así a entrar los retardos resultantes en el mismo circuito, y dando como resultado un sonido más concurrido, que si no se contiene adecuadamente, puede acabar en con un bucle infinito (y con tus oídos).
A esto se le llama simple y llanamente: retroalimentación (o feedback), y nunca debería tener valores cercanos al 100%, a menos que como artista justo quieras esa sensación de agobio, mareo y nauseas. Pero, por favor, ¡párala en algún momento!
Por supuesto, las alteraciones en el tiempo de retardo se pueden controlar para que no sean bruscas, pero existen muchos compositores que emplean estos cambios drásticos para dar un punto original a sus obras (para variar justo antes del estribillo, por ejemplo).
También muchos delays cuentan con un control muy interesante conocido como dry/wet (seco/húmedo) que permite regular cuánta señal procesada y cuanta señal original aparece en el resultado final.
Y es más, también se puede manipular la frecuencia de las repeticiones, de tal forma que cada repetición suba o baje de Hercios, creando un efecto muelle muy peculiar. Además, podemos usar retardos en el estéreo, permitiendo que por la izquierda se haga un retardo, y por la derecha otro diferente.
Ah, y recuerda que los límites los ponemos nosotros. Si os apetece, probadlo. Yo por mi parte, como siempre, os dejo una demostración muy sencilla en la que se aprecia como varían los tiempo de retardo de forma arbitraria.