La caja que revolucionó la electrónica
Pensemos en cómo era la música electrónica hace 40 años, ya se hacían cosas muy serias, por supuesto, pero los medios eran caros y rudimentarios. A pesar de estas dos barreras, y de unas cuantas más, Roland, una empresa japonesa creada en 1972, no dejó nunca de creer en un futuro técnico para la música.
La Caja de Ritmos Roland CR-78 fue todo un avance en su momento, ya que permitió a muchos artistas consagrados confirmar su fe en la novedosa música electrónica y todas sus virtudes escondidas.
Aunque ahora vivimos una realidad muy distinta gracias al software, la Roland CompuRhythm-78 cambió las reglas de la producción musical para siempre, ya que hasta el momento estas cajas rudimentarias y poco atractivas sólo se usaban en ausencia de la figura de un baterista dentro del proyecto.
En la práctica no sonaba ni parecido a ninguno de los instrumentos reales a los que pretendía simular, pero a pesar de esto, muchos fueron los que vieron en ella un potencial que no aparentaba.
Blondie la usa en su tema “Atomic”, Ultravox en “Vienna”, Phil Collins la aprovecha en “In the air tonight”, o incluso a día de hoy Radiohead en directo durante “The numbers”, todos a sabiendas de que tiene muy poco atractivo visual, pero que da un sonido añejo contrario a las frenéticas producciones actuales.
La máquina contaba con 18 patrones de ritmo predefinidos que podían ser modificados en tiempo real por el usuario, y almacenados en 4 bancos de memoria, que se quedaban grabados, aunque se apagase la máquina. Un lujo para la época, vamos.
Es cierto que esto es algo que ahora suena extremadamente limitado, pero en 1978, ninguna otra caja de ritmos podía guardar nada sin la ayuda de una unidad externa.
Crear con ella, permitía jugar con el tempo de sus ritmos, aplicar unos pocos filtros, y añadir y eliminar instrumentos dentro de unos patrones de 2, 4, 8, 16 barras. Esto, junto a que si usábamos un ritmo que implicase varios instrumentos, podíamos tener control sobre la aparición de cada uno, regulando así su implicación.
En cualquier caso, la CR-78 de Roland vino a mejorar a sus predecesoras como la CR68 y la CR-800, que aunque compartían con el mismo banco de sonidos, no ofrecían tantas opciones como la 78.
Ahora mismo, se trata de un equipo carísimo que no se encuentra a la venta salvo de segunda mano, y que nadie quiere vender barato. Pero que la tecnología ha permitido que directamente dispongamos de todos sus sonidos (y capacidades) en cualquier programa de composición que se precie, ya sea por librería o como plugin, por lo que no hace falta pagar por ella si se quiere probar.
La CR-78 es por tanto una pieza clásica que se dejó de fabricar, ya un lujo que sólo unos pocos pueden adquirir en su versión física, y un buen símil sería equiparar este instrumento a una guitarra de coleccionista de los años ’50.
Ya que se trata de un instrumento musical, me he permitido haceros una demostración de su sonido en un tema de 1 minuto dónde la CR-78 se encarga de poner ritmo.